1/3 pelo

Hoy voy a hablaros del bocadillo supremo.
Pensaréis que lo digo gratuitamente y sin un sólido fundamento, pero no es así.
Todo empezó cuando miré la carta y vi ''bocadillo de pollo completo con salsa roquefort''.
Juzgaréis que no es gran cosa. Claro, no tiene un nombre glamouroso como ''Filete de plymouth rock nadando en roquefort, con ensalada escabechada, en un bocadito de chapata ''. No me gusta vuestra actitud. Bueno, a lo que íbamos, me pedí el bocadillo, y a los 5 minutos empecé a pensar ''Rayos, no dije que no le pusiesen cebolla y seguro que la lleva. Todo mal. Caos absoluto. Desgracia. Calamidad. Dame veneno que quiero morir.''  Ya era tarde para que les dijese que no le echasen ese fastuoso bulbo, y aunque no fuese tarde no diría nada, porque soy así, especialita.
Pues bien, llegó el esperado y a la vez temido momento y...no llevaba cebolla. Puede que esa circunstancia haya hecho que mi apreciación del bocadillo aumentase alejándome de la realidad, pero sinceramente no lo creo.
El primer bocado, bien, un bordecillo sobresaliente de la pechuga de pollo. Estaba en su punto. Y era precioso. Como un encaje de camariñas. Pero el clímax llegó al segundo bocado. Mi lengua tímidamente se acercó a la salsa roquefort, con miedo, con desconfianza, pero ésta la acogió en su seno y..legó el clímax. Mi sinhueso y el caldo comenzaron una danza sensual que perduró durante todo el proceso del yantar.
Cuando todo acabó...me sentí plena. Y no es que el bocadillo fuese muy grande, me refiero a algo mucho más profundo. Descubrí...el amor.
Fin

Llevo: Cardigan springfield men, camisa vintage, sombrero h&m, falda oasap y zapatos primark.